20080622

Si los coches fueran como los aviones.


Vais a ver lo que ocurriría si con vuestro coche se tomaran las mismas medidas que se toman con un avión en un hipotético viaje entre Madrid y (yo que sé) por ejemplo Cuenca (Peter, va por ti):

1- Cuando tú, tu señora, la suegra y los niños esteis en el garaje metidos en el coche dispuestos a salir hacia Cuenca, llamas a la Concejalía de Transportes del Ayuntamiento de Madrid para pedirle permiso de puesta en marcha. Cuando estés listo para salir ,te pasan con el portero de tu edificio, que estará fuera dispuesto a transmitirte las maniobras válidas para entrar en el tráfico rodado de la calle. Además el portero de tu edificio es un crack, porque te dará los datos de la calle, dirección e intensidad del viento, presión atmosférica, el resultado del BarÇa-Madrid y la mejor manera de llegar al asfalto. Todo esto controlando los demás coches, motos, bicis y autobuses que ya transitaban antes que tu. Sólo entonces empiezas a rodar.

2- Cerquita del asfalto, pero aún sin pisarlo, el portero te pasa con el presidente de escalera o de la comunidad de vecinos (según tu calle sea camino o avenida) que te dará permiso para pisar su valiosa calle.

3- Una vez consigas salir de los lindes de Madrid, la Concejalía de Transportes decide no hacerse cargo de ti y te conectan con la Dirección General de Tráfico, que te dice que quites de la radio el Carrusel Deportivo y sintonices con sus ameníiiiiisimos programas de tarde.

4- Por fin la Dirección General te autoriza a entrar en la autopista hacia Cuenca (si es que la hay, que no lo se) y con las cámaras de tráfico, los radares y setenta parejas de la Guardia Civil controlan todos tus movimiento. Has leído bien, todos. Paras a mear a la hora que ellos te digan y controla a la pequeña Maripili, porque como llegues cinco minutos tarde a Cuenca pueden negarse a dejarte aparcar por más sitios libres que haya.

5- Cerca de Cuenca, Dirección de Tráfico se harta de ti y te ponen en contacto con el Patronato de Turismo de la ciudad de las casas colgadas, que te dan las gracias por elegir Cuenca y te transfieren a la Concejalía de Transportes de Cuenca, el concejal está en una reunión muy importante (está tomando café con el alcalde) así que tu aproximación la dirijirá la señora de la limpieza de por la tarde, o el bedel, o quien huevos ande por allí.

6- Cuando por fin llegas a Cuenca hay un loco subido al edificio más alto (que en Cuenca llaman Torre de Control, vaya usted a saber por qué) dando gritos, con veinte tazas de café entre pecho y espalda que opina cómo y dónde debes aparcar. Luego te dice no se qué de que esta es su ciudad, que aquí manda el y que como le toques los cojones sólo un poquito más te manda a Zaragoza o a Estrasburgo, total que a él se la sopla.

7- Una vez te deabrochas el cinturón de seguridad, apagas la radio das gracias al Señor por haber llegado sano y salvo en un medio tan peligroso como el coche y exclamas loas a la virgen por toda esta santa tecnología que nos permite tale maravillas.


Esto es lo que pasa cuando se me tiene estudiando Navegación Aérea a 22 de Junio con 35 grados en el termómetro.

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