20101207

Atasco en el retrete (historia no apta para corazones sin valor)

ADVERTENCIA: Lo que sigue va a ser altamente escatológico. Leer bajo propia responsabilidad.

Hoy me ha sucedido algo que si bien no me apetecía sí puedo decir que me ha hecho madurar y ser mejor persona.

Este puente tengo prácticamente toda la casa para mí, estamos Andrés y yo, pero él tiene que ir a currar por las mañanas, así que la casa es toda para mí durante la mayor parte del día.

Como me quedé en Madrid para estudiar (como suena) me estoy obligando a madrugar, así que hoy a las 8:15 tocó diana y me levanté para un maravilloso día de estudio y recogimiento. Desayuné viendo la tele y despedí a Andrés que ya se iba. 

Al terminar recogí mi taza, la metí en el lavavajillas y me lavé los dientes, hasta aquí lo habitual.

EMPIEZA LO COCHINO; NO SIGAS LEYENDO.

Siempre he tenido la suerte de ser puntual como un reloj. Nada más terminar de cepillarme los dientes mi cuerpo pensó que sería un buen momento para ir al baño, deponer y darme una duchita y empezar a estudiar frescamente y sin cargas. Así que comienzo mi ritual (habitual también): Me enfundo las chancletas, cojo el libro que me estoy leyendo, me pongo la toalla al hombro y me dirijo al baño.

Ya en el baño y siguiendo con la costumbre dejo la toalla en el mamparo de la ducha, me siento en el trono y me pongo a leer cómo Aquiles honra a Patroclo con unos expléndidos juegos funerales. Mi cuerpo trabaja, lenta y pausadamente.

Me acaricio con sedosas láminas de papel higiénico, me levanto y tiro de la cadena sin lanzar siquiera una mirada de despedida a ese amigo que se va, esa parte de mi mismo de la que me desprendo con arrogancia, dándole la espalda.

Justo en ese preciso instante noto que algo falla, la cadena funciona, pero el invitado se niega a irse de casa. Rápidamente ( y con total inconsciencia) pienso "Habré tirado mal de la cadena"-cosa grave si la "cadena" es un botón y no hay posibilidad de fallo- pero nada, en lugar de conseguir que se fuese lo que logrué fue que la taza se llenase más y nuestro querido colega marrón se echase unos largos a lo Michael Phelps por el retrete.

En esos momentos un triste pensamiento invadió mi mente "Mierda, atasco" - Es curioso como esas dos palabras adquirían aquí todo su significado- y fui presa del pánico. 

Intenté consolarme diciéndome que no era mi culpa , que muchos antes lo habían usado y que la calamidad no moriría soltera sino en usufructo.

Pero claro ¿Cómo explicarle a unos colegas que están a cientos de Kilómetros que me encuentro en tal situación? ¿Sería víctima de la mofa y la befa de mis compañeros?

En ese punto dos pensamientos fugaces y contrarios me asaltaron, un ángel y un demonio me dieron consejo.

- Hazte el sueco - decía el demonio - niégalo,no vuelvas por aquí.

Palabras tentadoras, pero yo sabía que no funcionarían ante la inquisición del piso. De pronto el ángel, confiando en mis posibilidades, me susurró al oído.

- Intenta resolverlo.
- ¿Pero cómo? -  Respondí, intentando que mi temblor a causa del miedo no me delatara.
- IN-TER-NÉ - Sentenció el ángel, y ańgel y demonio desaparecieron en la densa bruma que comenzaba a formarse.

Después de un rato, dos soluciones se tendían ante mi como amantes:
  1. Mete la manito y juega a la ruleta de la fortuna.
  2. Mete algo que no sea la manito.
Obvio es que siendo como soy y por miedo ser atrapado por el buceador marrón decidí que la segunda era una mucho mejor opción.

Fui por casa buscando un desatascador, miré en todos los lados excepto en las habitaciones (no sabría qué cara poner si llegase a encontrar alguno en una).

¿Tienes un desatascador en casa?

Por lo visto yo no.

A esas alturas ya no sabía qué hacer, pero la fortuna me dirigió una sonrisa picarona al timepo que me brindaba la respuesta.

- Usa la fregona -  Me dijo.

Eso hice. Cogí la fregona, la envolví en una bolsa de plástico y me dirigí a la batalla tan pobremente armado.

Metía la fregona en una taza que a esas alturas amenazaba con desbordar al tiempo que rezaba a todos los dioses que he conocido. Necesitaba un milagro, el milagro del vacío.

De pronto el retrete tosió, rumió algo para sus adentros y decidió que sería mejor comerse aquello antes que seguir soportando mis maltratos con la fregona justiciera.

Aquella pequeña ciénaga oscuro-amarillenta dejó paso a un oasis de frescor cristalino después de encomendarme al botón un par de veces.

Gracias Internet, siempre serás mi amiga.


Aquí orgulloso canto el himno de la Real Orden de Fregoneros



4 comentarios:

psicobiris dijo...

Cual Don Quijote privado de su Sancho, el proganonista de tan maravillosa y edificante historia (es decir, usté) no puede menos que ser aplaudido por llevar a cabo tan diligentemente una de las más difíciles y peligrosas gestas a las que jamás se ha de enfrentar caballero andante de andar impedido por sus pantalones a la altura de los tobillos.

Ruego acepte mi intención de ser el primero en levantarse de su silla y arrancar un aplauso que espero sea secundado por el resto de la audencia hasta convertirse en un estruendo, para engrandecer así la gloria y virtud de vuesa audaz señoría, valiente luchador donde los haya y no se los busque y merecedor de toda admiración por resolver bienaventuradamente la trifulca con tan ninguneador oprobio en forma de truño de los que te dejan nuevo cuando los pares. O nones. Que todo está por ver, y como dice nuestro buen refranero: agua que no has de beber haz lo que sea por que corra.

Unknown dijo...

Que grande André, GRANDE, GRANDE, GRANDE hace tiempo que no me reia tanto. Ya se a quien llamar si algun dia, que dios/ala/buda... no lo quieran, me pasa algo parecido.

Unknown dijo...

Que grande André, GRANDE, GRANDE, GRANDE hace tiempo que no me reia tanto. Ya se a quien llamar si algun dia, que dios/ala/buda... no lo quieran, me pasa algo parecido.

Eliahh dijo...

Gracias por la historia, así el resto de tus amigos no tendremos que recurrir ni siquiera a interné la próxima vez =)
¡Y Feliz Año!